Hablar de logística es mucho más que hablar
de transporte y distribución, aunque estas sean
herramientas
fundamentales de aquella.
Es en ese sentido que en nuestros
cursos hablamos de brecha digital. Incluyendo aquello que Alejandro Prince define como uno de sus
componentes: la brecha analógica compuesta por las carencias
socio-económicas que profundizan las reales posibilidades de las
personas para acceder a las TICs.
Hablar de logística es hablar de la
sincronización de materiales, energía e información con el fin de
obtener un conjunto de resultados predeterminados en el tiempo, el
espacio y la forma deseados.
Y esto no puede hacerse, claro está,
sin el concurso y el compromiso de las personas involucradas, sus
horizontes simbólicos, sus intereses y, sobre todo, sin contar con
la irreductible libertad que caracteriza a la condición humana.
De lo mucho que se ha escrito sobre las
personas de estos tiempos y sus desafíos de todo tipo hemos
seleccionado para este curso dos textos de Jeremy Rifkin: La Era delAcceso y La Tercera Revolución Industrial.
En el primero de los textos citados se
describe al sujeto posmoderno y las principales características de
su entorno epocal:
Principio de indeterminación.
Un mundo creado por el lenguaje
Observamos una naturaleza sometida a
nuestro método de interrogatorio.
Del principio de realidad al principio
del placer.
Una era del juego y la representación.
“...una alucinación estética de la
realidad” dice Baudrillard
Aparece así una subjetividad
posmoderna muy diferente de aquellas otras subjetividades construidas
en las posguerras y sus derivados. Una subjetividad cuya única
constante es el cambio en un mundo percibido como heterogéneo,
cambiante, complejo y conflictivo.
Una subjetividad que las organizaciones
ven desde sus propios intereses aún a riesgo de parcializar. Desde
el marketing se habla, por ejemplo, de “El consumidor dual genera nuevos desafíos” en el título del suplemento económico de
Clarín.
Un cliente que es fanático del consumo
y ecologista a un tiempo. Que maximiza ventajas a la hora de comprar
pero exige responsabilidad social a las empresas. Un consumidor, en
suma, al que se le exige una coherencia propia de otros sistemas de
valores; ni mejores ni peores, diferentes.
Del lado del empleo el eje sigue puesto
en los cambios generacionales en general y la llamada generación Y
en particular, tema que ya habíamos visto en este blog.
El mismo medio titula: "Los jóvenesesperan de sus jefes desafíos, flexibilidad y autonomía".
Un artículo que resume algunos
estudios de clima laboral de los cuales se desprende, mas allá de
los detalles, que las personas, devenidas empleados, tienen una
relación más crítica y exigente con las organizaciones.
Pareciera que en este siglo veintiuno
las organizaciones están perdiendo la centralidad que supieron
conquistar durante el pasado siglo. Que una nueva individualidad las
interpela tanto del lado de los clientes cuanto desde la propia
estructura de producción. Incluso la organización política de las
sociedades empieza a ser sacudida por estos nuevos modos de expresar
la individualidad.
Pareciera que falta un modelo de
organización capaz de dar cuenta de ese sujeto posmoderno; un
desafío al que la logística no es ajena.
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