martes, 17 de septiembre de 2013

La logística – también – es sobre personas

Hablar de logística es mucho más que hablar de transporte y distribución, aunque estas sean
herramientas fundamentales de aquella.
Es en ese sentido que en nuestros cursos hablamos de brecha digital. Incluyendo aquello que Alejandro Prince define como uno de sus componentes: la brecha analógica compuesta por las carencias socio-económicas que profundizan las reales posibilidades de las personas para acceder a las TICs.
Hablar de logística es hablar de la sincronización de materiales, energía e información con el fin de obtener un conjunto de resultados predeterminados en el tiempo, el espacio y la forma deseados.
Y esto no puede hacerse, claro está, sin el concurso y el compromiso de las personas involucradas, sus horizontes simbólicos, sus intereses y, sobre todo, sin contar con la irreductible libertad que caracteriza a la condición humana.
De lo mucho que se ha escrito sobre las personas de estos tiempos y sus desafíos de todo tipo hemos seleccionado para este curso dos textos de Jeremy Rifkin: La Era delAcceso y La Tercera Revolución Industrial.
En el primero de los textos citados se describe al sujeto posmoderno y las principales características de su entorno epocal:
Principio de indeterminación.
Un mundo creado por el lenguaje
Observamos una naturaleza sometida a nuestro método de interrogatorio.
Del principio de realidad al principio del placer.
Una era del juego y la representación.
“...una alucinación estética de la realidad” dice Baudrillard
Aparece así una subjetividad posmoderna muy diferente de aquellas otras subjetividades construidas en las posguerras y sus derivados. Una subjetividad cuya única constante es el cambio en un mundo percibido como heterogéneo, cambiante, complejo y conflictivo.
Una subjetividad que las organizaciones ven desde sus propios intereses aún a riesgo de parcializar. Desde el marketing se habla, por ejemplo, de “El consumidor dual genera nuevos desafíos” en el título del suplemento económico de Clarín. 
Un cliente que es fanático del consumo y ecologista a un tiempo. Que maximiza ventajas a la hora de comprar pero exige responsabilidad social a las empresas. Un consumidor, en suma, al que se le exige una coherencia propia de otros sistemas de valores; ni mejores ni peores, diferentes.
Del lado del empleo el eje sigue puesto en los cambios generacionales en general y la llamada generación Y en particular, tema que ya habíamos visto en este blog. 
Un artículo que resume algunos estudios de clima laboral de los cuales se desprende, mas allá de los detalles, que las personas, devenidas empleados, tienen una relación más crítica y exigente con las organizaciones.
Pareciera que en este siglo veintiuno las organizaciones están perdiendo la centralidad que supieron conquistar durante el pasado siglo. Que una nueva individualidad las interpela tanto del lado de los clientes cuanto desde la propia estructura de producción. Incluso la organización política de las sociedades empieza a ser sacudida por estos nuevos modos de expresar la individualidad.

Pareciera que falta un modelo de organización capaz de dar cuenta de ese sujeto posmoderno; un desafío al que la logística no es ajena.

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